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Cuando el chirrido del timbre invadió el aula,ella juntó sus cosas,miró la hora y al darse cuenta de que tocaron el timbre unos minutos más tarde de lo habitual, se apuró para saludar a todos y así poder finalmente irse.
Miró nuevamente el reloj, recién iba por la esquina y en cuestión de minutos tenía llegar a la parada, ya estaba por pasar el colectivo y no podía perderlo,no debía perderlo,no quería perderlo...Aceleró el paso, llegó a la esquina de siempre,y como era de esperarse,a la hora de siempre, finalmente llegó el colectivo.Lo detuvo con la típica seña que siempre le pareció ridícula, pidió un boleto de $1,75 y se sentó en el primer asiento desocupado que encontró.
Luego de dar las vueltas que da normalmente,deteniéndose para que suba la embarazada,el tuerto, la renga y demás espécimenes que esperan que uno les de el asiento y ella a pesar de su mirada inquisidora, no lo haya cedido.Llegó a la plaza y allí se detuvo, había una fila muy larga y ella trató de aguzar la vista a ver si lo veía.Subió mucha gente, pero él no estaba.Empezó a maquinar.Quizás tomó el colectivo anterior,por ahí no... se retrasó y tomaría el siguiente o faltó al colegio o puede ser que ahora maneja y por eso no viajaba más en colectivo...
Cuando ya se había resignado, miró por última vez hacia afuera para ver si faltaba que subiera mucha más gente, ya que hace bastante tiempo estaban ahí esperando, y de repente lo vio.Primero reconoció su uniforme azul y rojo, creyó haber visto mal ,entonces volvió a mirar y efectivamente, era él.Sus desalineados rulos azabache y esos ojos que serían hasta la envidia del cielo más despejado de una tarde de verano, que siempre resaltaban, más que nada especialmente en un día como ese, ya que como toda tarde otoñal, estaba nublado y el gris predominaba sobre el celeste.
Cruzaron miradas, y sólo eso sirvió para que ambos se dieran cuenta de que los dos amaban las caminatas sin rumbo definido, el helado en invierno, los días ventosos, las bufandas... & que ese era el momento, su momento.