Tomó nerviosamente el vaso de cristal y bebió de golpe lo que quedaba de whisky, haciendo que la ceniza que quedaba en su cigarrillo cayera sobre la alfombra de arabescos que cubría el desgastado y viejo parquet del living.Luego mirando la ciudad desde su ventanal, posó la larga boquilla en sus labios, inspirando hasta consumir todo lo que quedaba del ya insulso cigarrillo, la alejó de su despintada boca y lo dejó con el cenicero.Largó lentamente el humo y se encontró a ella misma en el espejo.Se desconoció.Se encontró terriblemente avejentada.Las volutas de humo se disiparon antes de llegar al cielo raso.

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