Viajar en subte era uno de sus pequeños placeres.Bajar las escaleras lentamente o dejarse llevar por ellas hasta el túnel donde finalmente en cualquier momento aparecería ese basilisco de hojalata y madera.Lo esperaría en el extremo del mismo, para que cuando llegase, su ubicación coincidiera con el primer vagón, se subiría y cual infante que nunca viajó en él, se arrodillaría en el primer asiento y apoyaría su frente en la ventanilla (solo si no hubiera mucha gente, para no pasar papelones, vio), y en caso de que el vagón estuviera bastante lleno, intentaría sentarse ahí y miraría la ventanilla por sobre su hombro.Luego de unos segundos, agarraría velocidad y su travesía bajo tierra tomaría otro color, luces y zigzagueos.La velocidad disminuye, parada.Bajaría, caminaría por los reductos de la estación hasta llegar a la combinación, y así empezaría otra vez, ubicándose en el túnel a la altura del primera vagón.
Nunca supo exactamente qué es lo que le resulta más atrapante de deambular bajo tierra, quizás son los artistas que se refugian en las estaciones, el vivir alejado de la realidad del arriba o simplemente, que abajo no tiene que andar lidiando con su sombra.

1 comentario:

  1. cual será el paisaje de la ventana del subte?
    ahora estoy intrigado.
    cuando viajo solo veo axilas al rededor de mi cara.

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